La imagen que muchos fanáticos del fútbol hondureño guardan de Derick Hulse es la de un volante aguerrido que pasó por equipos como Platense, Motagua, Marathón y Victoria, además de vivir experiencias internacionales en Shanghai Shenhua de China y en clubes de Guatemala como Marquense, Malacateco y Heredia.
Pero a sus 43 años, el nacido en Tegucigalpa lleva una existencia radicalmente distinta a la que se asocia con los futbolistas retirados: su vida transcurre hoy sobre un púlpito, predicando la palabra de Dios ante congregaciones cada vez más numerosas.

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Del fútbol a los altares
Incluso antes de colgar los botines, Hulse ya había iniciado un camino espiritual. Cuando jugaba para Platense en 2013, combinaba sus entrenamientos y partidos con su rol como líder de la iglesia Maam, fundada por él mismo en Puerto Cortés. Con el paso del tiempo, su ministerio se expandió y hoy tiene presencia en Sabá, La Ceiba, Tocoa e incluso en Estados Unidos.
“Quiero hacer algo por Honduras. Entendí que no es necesario tener dinero, basta con amar a los demás y brindarles la mano”, declaraba en aquel entonces a La Prensa. “Yo veo en ellos lo que muchos no ven… Dios es capaz de cambiar actitudes y volvernos hombres ejemplares”, decía convencido.

Derick Hulse pasó por Motagua, Platense y Marathón (La Prensa).
Actualmente, Hulse es uno de los pastores evangélicos más influyentes de la región, y cuenta con más de 15 mil seguidores en su cuenta de Instagram (@pastoreshulse). Acompañado por su esposa Luisa, suele visitar hospitales para orar por los enfermos y predicar en las calles para jóvenes que, como él, buscan un nuevo rumbo lejos de la violencia y los vicios.
“Hice un pacto con Dios”: el accidente que lo cambió todo
Detrás de esa figura espiritual hay una historia marcada por los excesos. “Llegó un momento en mi carrera que tuve todos los lujos que quise: mujeres, carros costosos, casas…”, recordó alguna vez el ex mediocampista. “Entonces comencé a consumir alcohol y drogas. Estando en Guatemala, cuando jugaba para el Marquense, sufrí un derrame a causa de todo eso, arrojaba sangre por la boca. Quedé tan mal que no podía jugar mucho tiempo y tenía que salir rápido de las canchas”, añadió.

El ex futbolista le dio un giro drástico a su vida (Instagram).
El derrame fue un punto de quiebre. “Un día, cansado de luchar contra mí mismo, hice un pacto con Dios. Le dije que si él me sanaba, nunca más me alejaría de su seno”, reveló.
Hulse, que integró la Selección Sub-17 de Honduras con apenas 15 años, creció sin padre y se convirtió en uno a los 14, en medio de una adolescencia turbulenta. “Lamento no haber sido un buen padre; en ese momento no sabía cómo serlo, lo sentía más hermano que hijo. Le he pedido perdón a mi amado Alessandro. Viajé tanto por mi trabajo que me negué la dicha de verlo crecer. Hoy quiero recuperar su amor y resarcir la ausencia del pasado”, confesó con honestidad.
Propósito renovado
Hoy, lejos de los estadios, Hulse dedica su vida a trabajar con niños, aconsejar matrimonios, apoyar a futbolistas en crisis y predicar en zonas conflictivas para evitar que los jóvenes caigan en malos pasos.

Hoy Hulse predica acompañado por su familia (Instagram).

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“El dinero pasa, la fama pasa. Hoy mis amigos ya no están, hoy la gente que me aplaudía en la cancha ya no está… Solo quedó el nombre y mi historia. La gente que me aplaudía no está conmigo, pero Cristo está conmigo. Sin Él no somos nada”, afirmaba en 2019 para Diez.





