Los representantes de Centroamérica dejaron una imagen lamentable en las Eliminatorias Concacaf rumbo a la Copa del Mundo 2026. En un proceso clasificatorio atípico, sin la participación de los gigantes norteamericanos por ser sede del torneo, todo apuntaba a que la región sumaría a sus embajadores habituales e incluso alguna sorpresa.
Pero ocurrió exactamente lo contrario: Panamá fue el único país del istmo que logró su boleto al Mundial, mientras que Costa Rica, Honduras y El Salvador se quedaron fuera sin siquiera alcanzar el repechaje intercontinental. Guatemala y Nicaragua tampoco lograron sorprender, y una vez más quedaron sin presencia en la máxima cita.

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El panorama es aún más sombrío si se considera que Centroamérica fue superada por selecciones caribeñas que antes parecían estar muy lejos: Haití y Curazao estarán en el Mundial, mientras que Jamaica y Surinam disputarán el repechaje.
La advertencia que Centroamérica no quiso oír
Es un golpe que expone una crisis profunda y ampliamente diagnosticada, porque la propia FIFA ya había trazado hace años la hoja de ruta para evitar este colapso. Aun así, la mayoría de las federaciones centroamericanas decidió ignorarla.
En su Handbook for Technical Directors, el organismo rector fue tajante al señalar que un país debe construir un proyecto de 8 a 12 años, con una identidad de juego definida y una filosofía única que abarque desde la Sub-12 hasta la Selección Mayor. El director técnico nacional, según FIFA, debe tener estabilidad, respaldo institucional y autoridad para desarrollar esa visión.

FIFA cuenta con un Programa de Desarrollo de Talentos (FIFA).
Sin embargo, gran parte de Centroamérica opera bajo la lógica opuesta: federaciones politizadas, cambios de entrenadores cada pocos meses, proyectos cortoplacistas y metodologías que nunca terminan de asentarse.
Por otro lado, la Talent Development Scheme (TDS) también advertía que el desarrollo del futbolista es un proceso que debe recorrer cinco etapas bien definidas: detección, formación, entrenamiento de calidad, competencia y transición a la élite.

La FIFA no es ajena a la formación de los futbolistas alrededor del mundo (FIFA).
Mientras tanto, en la realidad centroamericana muchos jóvenes pasan de torneos escolares directamente a una prueba improvisada en Primera División. Las ligas juveniles suelen tener calendarios débiles o intermitentes, los torneos Sub-17 y Sub-20 no siempre siguen una línea metodológica coherente, y las academias que funcionan bien lo hacen de forma aislada, sin formar parte de un sistema nacional.
“Tenemos talento, pero no tenemos estructura”
La leyenda tica Shirley Cruz resumió la crisis con brutal franqueza en un taller de la TDS: “Tenemos talento, pero no tenemos estructura.” La FIFA insiste además en que los clubes profesionales deben cumplir estándares mínimos de formación: academias obligatorias, entrenadores cualificados, programas educativos, instalaciones adecuadas y personal especializado en medicina, nutrición y preparación física. Varios clubes centroamericanos no cumple esos requisitos, y aun así compite al máximo nivel. Es que el desarrollo juvenil sigue siendo visto como un gasto, no como una inversión estratégica.
Otro punto que la FIFA marcó con claridad es el correcto uso del programa Forward, una iniciativa multimillonaria destinada a transformar el ecosistema del fútbol formativo a través de centros de alto rendimiento, construcción de canchas, desarrollo juvenil y nuevas competiciones.

El proyecto FIFA Forward no fue aprovechado (FIFA).
Entre 2016 y 2022 se financiaron más de 1.600 proyectos alrededor del mundo, muchos de ellos enfocados específicamente en infraestructura para selecciones juveniles. En Centroamérica, solo Panamá aprovechó ese impulso de manera tangible, con proyectos como el Centro de Alto Rendimiento en Burunga y la modernización del complejo Virgilio Tejeira, lo que ha permitido que sus selecciones juveniles trabajen en un entorno profesional y sostenido.
Ignorar a la FIFA tiene un precio altísimo
De esta manera, queda claro que la eliminación masiva de Centroamérica del Mundial 2026 no es un accidente ni una mala racha. Es la consecuencia directa de la falta de planificación, de la ausencia de ligas juveniles fuertes, de clubes sin academias serias, de entrenadores sin formación actualizada, de procesos improvisados y del uso ineficiente de recursos que debían fortalecer la base y no la superficie.

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FIFA entregó el manual, los talleres, las auditorías, el financiamiento y las reglas a aplicar. Centroamérica, en líneas generales, decidió no cumplir con sus recomendaciones. Y el resultado está a la vista: un continente con talento de sobra, pero sin estructura para sostenerlo ni convertirlo en futbolistas de élite.





