El defensa paraguayo Roberto Moreira, el defensor de la selección hondureña Emilio Izaguirre y el arquero argentino Jonathan Rougier fueron los más afectados tras el ataque al bus de las Águilas Azules. Los tres fueron llevados a un centro asistencial para curarles sus heridas y ya fueron dados de alta.

 

Tras el incidente, la Liga Nacional decidió suspender el clásico “para salvaguardar la integridad y seguridad  de aficionados, equipos, cuerpos técnicos, autoridades y personal en general”; pero pese a que habían sido instalados cinco anillos de seguridad por el alto riesgo que guardaba el juego, lo más grave de la tragedia vino después.

Dentro del estadio no cayó nada bien la suspensión del partido y aficiones de ambos equipos saltaron al campo donde empezaron la batalla que la Policía trató de controlar con gases lacrimógenos.

Esto hizo aún más dramática la situación, pues algunos que no tenían nada que ver con los incidentes trataron de escapar del escenario, y fueron atacados por la propia policía con bombas lacrimógenas, lo que generó una estampida humana que dejó varios heridos.