En diálogo con la liga nortamericana, el salvadoreño del Orlando City contó cómo fueron sus humildes inicios en el fútbol. Hoy, su presente es todo un sueño.

Desde 2014, cuando llegó al Orlando City procedente de Juventud Independiente, Darwin Cerén inició un camino enriquecedor y una recompensa a sus años de trabajo. Pese a estar lejos de sus raíces, el salvadoreño no pierde el eje en Estados Unidos y recuerda en cada momento cuánto le costó estar donde está.

Mi padre perdió su trabajo. Así que empecé a trabajar. Era mi responsabilidad para ayudar a la familia

Mi padre siempre trabajó y cuando empecé la universidad, todo era bueno. Fue mi primer año y, de la nada, mi padre perdió su trabajo. Era imposible para él pagar la universidad y con dos hermanas y mi hermano, la familia tenía que tener algún ingreso. Así que empecé a trabajar. Era mi responsabilidad para ayudar a la familia”, le contó Cerén al sitio oficial de la Major League Soccer (MLS). Para aquel entonces, el hoy volante dedicaba su tiempo en una fábrica de ladrillos.

En simultáneo a sus nuevas responsabilidades, el salvadoreño narró cómo eran las primeras pruebas en Juventud Independiente: de una lista preliminar él quedó entre los siete seleccionados. “Me sentí muy afortunado. Cada semana después de eso era trabajo y luego la formación“, relató con orgullo.

En su salto al fútbol de Estados Unidos, Miguel Gallardo, portero mexicano, contó cómo ayudó a Cerén en su adaptación: “Sé lo que se siente al llegar a un nuevo país donde no conoces a nadie o no hablas el idioma. Así que traté de ayudar a Darwin como todo lo que pude para adaptarse a su nuevo hogar y sentirse feliz, que es la clave para jugar su mejor fútbol. Estoy muy feliz de ver todo su éxito. Él es un gran jugador y un buen amigo“.