El mal momento que atraviesa la Selección de Panamá en la Copa Centroamericana amenaza con opacar los grandes logros conseguidos en las Eliminatorias rumbo a Rusia 2018. ¡Qué no suceda!
Nací y vivo en un país en el que después de cada derrota de la selección se clava un puñal al corazón del que para muchos es el mejor futbolista del planeta, quien para colmo dio sobradas muestras de su amor genuino por la camiseta. Donde Bielsa es un fracasado y Riquelme fue un pechó frío hasta el día de su retiro, en el que por fin se ganó el perdón de los que nunca lo merecieron. Donde se ganaron dos copas del mundo, que no tuve el placer de disfrutar, pero hay un bando que sólo reconoce la de Menotti y otro que sólo reconoce la de Bilardo. Espero de todo corazón que el pueblo panameño no avance en el mismo camino ahora que están ante la posibilidad histórica, y ciertamente concreta, de clasificar a un Mundial de fútbol.
Si tantos esfuerzos le ha costado a un grupo de futbolistas conseguir tal salto de calidad, y si todos coincidimos en que esos futbolistas son los mejores que tiene el país, se debe aceptar que Panamá no tiene una selección alternativa. Incluso pongo en duda que algún país la tenga. Porque un equipo, una selección, no sólo es ese conjunto de los mejores hombres, sino también un grupo de trabajo que aprende jugando, partido a partido, mes a mes, año a año. Nunca de un día para el otro.
Habría que aceptar, entonces, que las derrotas no tienen por qué escandalizar a nadie, menos aún cuando el objetivo común de todo panameño, de los que trabajan para ello y de los que sólo observan desde la comodidad de su sofá, no es la Copa Centroamericana sino llegar a un Mundial que cada vez está más cerca. ¿O acaso no hubiera querido Pinto ganar el partido de Eliminatorias antes que el consuelo de este martes?
Leí a Álvaro Martínez decir que el periodismo panameño era de quinta. Me temo que el problema no es Panamá, sino el periodismo. En el mundo se perdió ya la necesidad de conocer, de buscar explicaciones, de consultar a las fuentes, de respetar al otro. La opinión se llevó puesta a toda búsqueda de entender las razones ajenas. Y la opinión, como la que yo mismo estoy dando, y con perdón de todos los que opinan, difícilmente pueda ser considerada periodismo.
Le creo a Bolillo, tanto como creo que más de una vez puede haberse equivocado, tanto como creo que se seguirá equivocando. Mi fracaso como periodista consiste en haber entendido siempre la explicación del otro, situación que anula toda posibilidad de generar una polémica. El fútbol, como creación humana, no puede ser nunca ajeno al error. Y es allí cuando creo, como el entrenador de la Selección de Panamá, que quienes juegan un papel de infalibles en la prensa sólo buscan hacer daño o alimentar un ego que no responde al interés de quienes quieren ser informados sino al de ellos mismos.
Leí también que en la prensa de Nicaragua es unánime la alegría por los avances de una selección que ya está fuera del Mundial y que recién cosechó, este martes, su primer puntito en la Copa Centroamericana. Pensé que cuando en Panamá todo costaba el doble también se habrán celebrado los logros mínimos; al igual que pienso que si alguna vez en Nicaragua se acostumbran a ganar, lo mismo que hoy se festeja ya no valdrá nada.Y pienso con todo respeto que Panamá todavía no ha conseguido nada desde la frialdad de los resultados. Que un grupo de futbolistas, que en su mayoría no compiten en éste torneo que se sembró en la parcela más incómoda del calendario, y que un entrenador señalado hasta el hartazgo, están cerca de cumplirles el sueño no sólo a ustedes los periodistas, sino también a sus hijos, a sus padres, a sus esposas y a sus abuelos.
Nací y vivo en un país donde después de cada derrota se clava un puñal al corazón de quien para muchos es el mejor futbolista del planeta. Donde Bielsa es fracasado y Riquelme fue pecho frío hasta el final de su carrera. Donde una Copa del Mundo es para los devotos de Menotti y la otra para los fieles a Bilardo. Y espero, de todo corazón, que ahora que está tan cerquita de Rusia, el pueblo panameño no avance en la misma dirección.
Juani Portiglia (@JIPortiglia)
Editor Fútbol CentroAmérica