El 21 de junio de 1976, en el hospital Tony Facio de Limón, nacía Kervin Lacey Butler, uno de los personajes más singulares que dejó el fútbol costarricense de los 90 y 2000.
Su infancia, tal como la recordaba para La Nación hace más de 25 años, fue “como la de todo niño sano, muy alegre”, corriendo detrás del balón en las arenas blancas de la playa y sumándose a juegos de trompos y baloncesto.

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De promesa nómada a figura de Saprissa
A los 15 años se mudó a San José para terminar sus estudios y probar suerte en el fútbol: comenzó en el juvenil del Deportivo Saprissa, pero le comunicaron que por razones de espacio no podían mantenerlo allí. No lo sabía entonces, pero el destino le guardaba una revancha en Tibás.
Tras su salida del cuadro morado, Lacey se integró al semillero de Liga Deportiva Alajuelense, donde incluso viajó a un torneo en Dallas, Estados Unidos. Sin embargo, su lucha por llegar al primer equipo tenía como rival a nada menos que Froylán Ledezma. “Me avisaron que a Froylán y a mí nos ascenderían, pero al final la junta directiva solo dio el visto bueno para uno”, recordó alguna vez.

Lacey durante una prueba en Independiente de Avellaneda en 1997 (Afición Ramonense, Facebook).
Con ese portazo, tomó rumbo a Ramonense, donde a los 20 años tuvo su primera gran temporada profesional. Su rendimiento captó miradas, y en 1997 regresó al Monstruo, club donde jugaría por cinco años. En 2003 lo fichó Guanacasteca, y luego pasaría por Brujas FC (donde protagonizó su icónica celebración asomando la cabeza por un agujero en la red en el Ricardo Saprissa), además de Santos y Carmelita.

Lacey se ganó el cariño de los morados a fuerza de goles (Retro Fútbol Costa Rica).
Kervin Lacey, el Houdini limonense
Fue en el conjunto verdolaga, en el 2008, cuando un operativo policial en el estadio Carlos Alvarado de Santa Bárbara lo buscó por una deuda de pensión alimentaria, escena que alimentó una de las leyendas urbanas más extravagantes del fútbol tico.
Telediario difundió la versión de que Lacey habría escapado ocultándose dentro de una bolsa de balones, convirtiéndolo en una especie de Houdini caribeño. Doce años después, él mismo matizó la historia en La Nación: no salió en ningún saco, sino que un coronel de la Fuerza Pública lo acompañó a resolver el asunto mientras la prensa esperaba afuera.

El recordado festejo de Lacey vs Saprissa (La Nación).
Kervin siempre supo que tenía condiciones especiales, pero también que el enfoque no lo acompañó. Con sinceridad, reconoció que pudo haber peleado por un puesto estable en la Selección Nacional o incluso emigrar a una liga más competitiva. “El problema era un poco el licor… no tomaba en exceso, pero me afectaba la trasnochada y salía porque estaba soltero, no tenía perro que me ladrara. Yo no tuve ese aprendizaje”, admitió doce años después de su retiro.
A eso sumó otro factor que lo desgastó: los atrasos salariales. “En Carmelita, en todos los equipos, Saprissa, San Ramón, Brujas… prácticamente me debían tres o cuatro meses. Uno pierde el enfoque; cosas externas afectan y se pierde el interés al momento de jugar”.
“La curiosidad entró”: la vida después del fútbol
Con 35 años, harto de los problemas económicos y de la inestabilidad, Lacey decidió poner punto final a su carrera. Alejado de las canchas, trabajó en un proyecto del ICE, luego en cultivos con un amigo y finalmente descubrió una nueva pasión en la cocina.
En plena pandemia de 2020, se mudó a Guanacaste, donde un amigo lo invitó a vender rice and beans en la playa. “Esto me gusta”, contó entonces, mientras armaba un pequeño emprendimiento que rápidamente se volvió parte de su día a día.

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Pero la pelota nunca deja de llamar, y a sus 44 años el ex morado terminó regresando a la competencia, esta vez desde otro ángulo: se unió al equipo de fútbol playa del Sámara ADG. “Uno iba a las mejengas de la playa, y entonces salió la opción de fútbol playa. La curiosidad entró. Por lo menos pateo bien todavía. Perdí un poco de velocidad pero mantengo la contextura delgada”, dijo a La Nación.

Kervin Lacey cambió el césped por la arena (Facebook).





