Se jugaba la última fecha de la hexagonal final de Concacaf rumbo al mundial de Alemania 2006. La Guatemala dirigida por Ramón el "Primitivo" Maradiaga mantenía el sueño mundialista intacto gracias a sus 8 puntos en la tabla de posiciones, que la tenían en plena disputa por un boleto al repechaje con su similar de Trinidad Tobago.

 

 


Los caribeños, por su parte, se cobijaban bajo el manto del mejor proceso eliminatorio de su historia, comandados por el holandés Leo Beenhakker y 10 unidades en la clasificación. Tambíen es válido decirlo, acechaba como fiera el deseo del presidente de la Concacaf en ese momento, Jack Warner, de meter a su país por primera vez en la historia en un campeonato mundial.
 

 
El mandamás de la Confederación del Norte, Centroamérica, y el Caribe no tenía muy buena fama que digamos en cuanto a honestidad y transparencia se refiere. Pero de igual manera, los trinitarios se enfrentaban a la México dirigida por Ricardo La Volpe, mejor equipo de la eliminatoria, por lo que la esperanza de que cedieran puntos era bastante "viable".
 

 

Es por eso que la azul y blanco encaró el partido con toda la ilusión y seriedad del caso, y con apenas media hora de partido ya ganaba 3-0 con goles de Elmer Ponciano, Fredy García, y Carlos el "Pescadito" Ruiz. Sin embargo, los trinitecos hicieron lo suyo de local, derrotando por 2-1 al conjunto mexicano y logrando el pase al repechaje ante Bahrein. 

 

 

 


El asunto es que, tiempo después, el director técnico argentino dio unas declaraciones que dejaron muchas dudas concierne a lo que pasó esa noche en Puerto España. "Cuando ya estábamos clasificados fuimos al último partido para no tener problemas con el que hoy maneja la Concacaf, fuimos para tener la menor cantidad de problemas porque ya estábamos calificados", expresó el estratega.

Eso escandalizó a toda Guatemala y, si bien es cierto, no necesariamente significa un "amaño" deliberado de partido, dejó mucho que desear en cuanto a fair play y deportividad se refiere. El final de la historia no fue bueno para el país centroamericano, eliminado de esa Copa del Mundo. Pero fue mucho peor para Jack Warner, salpicado y detenido por el escándalo de FifaGate.