Édgar Álvarez es uno de los mejores laterales / extremos en la historia del fútbol centroamericano. Aparte de ser mundialista en Sudáfrica 2010 con la selección de Honduras, también puede presumir de haber jugado en uno de los equipos más grandes del fútbol de Sudamérica: Peñarol de Uruguay. Fue desde el "Carbonero" que el "Mosky" dio el salto más importante de su carrera, cuando desde Italia se pagaron 1.5 millones de dólares por su traspaso a nada más y nada menos que la Serie A.

 

 


Fue el Cagliari que a recomendación de David Suazo se interesó por él y lo trajo sin muchos preámbulos, para que después surgiera una de las mejores anécdotas en la carrera del ex jugador del Platense. El velocísimo fue fichado por la Roma en el 2005, donde pudo ser parte de una Uefa Europa League y un título de Copa Italia, alcanzando a jugar varios partidos entre ambas competiciones.
 

 

 


Su paso por la "Loba" no fue tan destacado, pero lo que sí será inolvidable es el lujo de haberse codeado con los grandes futbolistas que tenía en ese momento el conjunto romano. En ese vestidor había nombres pesados como el de Rodrigo Taddei y Amantino Mancini, entre otros; pese a eso, el más resonado de todos era el del capitán y máximo ídolo del club: Francesco Totti.

 

Y fue el mismo 'Rey de Roma' quién sorprendió al futbolista catracho. No solamente por ser un auténtico crack como jugador, sino por su calidad humana, según el mismo describió. "Tuve una gran relación con Totti. No pensé que encontraría a una persona como él, siempre feliz y siempre disponible para el resto de sus compañeros", dijo alguna vez en un medio italiano. 
 

 

No obstante, hubo algo que el emblema romano hizo que lo marcó para siempre: le puso un apodo. "Bromeábamos mucho juntos, y fue él quien me puso el sobrenombre de 'Alvaretto'", comentó en la previa de un partido contra la Roma, ya cuando jugaba con el Bari. Y fue a partir de ese día que Francesco "bautizó" al futbolista catracho, porque así pasó a ser conocido por todos los aficionados de la Roma. No fue nunca más Édgar Álvarez, sino "Alvaretto