Ni el más optimista de los hondureños se imaginaría lo que sería el 2001 para la selección mayor. Llegaron a una Copa América con la esperanza de ganar ritmo para las eliminatorias y terminaron subiéndose al podio. Se dieron el lujo de bailar a Brasil y dejarlo eliminado de la competición. Ese mismo combinado verdeamarello terminaría quedándose con el Mundial Corea-Japón el año entrante. Lo que se vivió ese año fue historia y el mejor momento de los catrachos en su historia.

 

Honduras entró por la ventana, llega al torneo como invitado, tras que Argentina se negará a participar. La competición continental no arrancó de la mejor manera para los comandados por Primitivo Maradiaga. Perdieron ante Costa Rica y parecía que todo terminaba allí. Pero las victorias frente a Bolivia y Uruguay lo clasificaron a la siguiente fase. En cuartos de final esperaba Brasil y todo indicaba que el sueño estaba llegando a su fin.

El Estadio Palo Grande de Manizales fue el escenario de la gesta histórica. Con goles de Juliano Belleti y Saúl Martínez eliminarían por 2 a 0 a los sudamericanos. Fue el primer triunfo de la historia contra Brasil y se dio en una fase eliminatoria de la segunda competición más importante a nivel selecciones. El plantel que saldría campeón del mundo en 2002 quedó arrodillado ante los centroamericanos.

En semifinales, Colombia ganaría 2 a 0 y luego se consagraría en la final ante México. Honduras volvería a enfrentar a Uruguay y, tras empatar 2 a 2, vencerían 5 a 4 en penales. El equipo que entró simplemente para completar un lugar, terminaría subiéndose al podio. Amado Guevara, mediocampista y capitán, fue elegido el mejor jugador. Esta hazaña los ubicó en el puesto 20 del ranking FIFA, el más alto en toda la historia de este país. La "H" se ganó el respeto de todo el mundo.

 

 

Pero la historia no acaba aquí. Pese a que no se pudo poner el broche de oro en las eliminatorias con la clasificación al Mundial 2002, FIFA decidió elegir a la selección hondureña como "Mejor Colectivo del Planeta año 2001". Un reconocimiento que no se le había dado a ningún país de centroamérica y que se conseguía junto a la medalla de bronce en Colombia. Los catrachos habían tocado el cielo con las manos.