"Parece que Diego no resistió"...dijo el periodista que cubría en el lugar de los hechos. Me temblaron las piernas, sentí pánico, y tuve que tomarme un par de vasos de agua para auto tranquilizarme. Después me escribió mi mejor amiga, preocupada, y me preguntó que como estaba. Le contesté que sentía que se me había ido un pariente.

Absurdo (?), ilógico (?), podría ser. Pero es lo que me estaba pasando. Había descolgado un par de lágrimas por un tipo que no conoció mi existencia. Un tipo que nació a 6000 kilómetros de distancia de mi país natal, y con el que quizás tenga pocos o ningún vinculo real. Siempre he sido de querer encontrarle el lado razonable a las cosas. Me encantaría que un especialista me pudiera explicar cuál es la lógica detrás de querer tanto a un ex futbolista del que no soy contemporáneo, ni compatriota (soy hondureño), y al que no vi jugar en vivo. Pero creo que no la hay.

Lo que si hay es una historia que admiro profundamente, más allá del tipo que mejor jugó el deporte que más me gusta. Una historia en la que hay muchos grises, y en la que no todo se puede medir con vara negra o blanca y con prejuicios moralinos. Una historia de lucha, de obstaculos, de empatía, de valentía, de solidaridad, de conciencia social, y de la que también tengo que aprender, no todo el mundo merece explicaciones.

 

Maradona es un fenómeno social. Cultural. Es el paquete completo. Lo amas con sus buenas y sus malas. Maradona es la extrema pobreza que un día se encontró sólo, en la cima del mundo, y sin saber que hacer. Pero que nunca olvidó sus raíces. A Maradona no se lo justifica, pero hay que conocer a fondo su vida para salir de la caja y poderlo comprender. Maradona fue bueno, malo, héroe, y villano al mismo tiempo. Pero sobre todo, genuino, empático, valiente y transparente.  

De Maradona me quedo con los videos de sus caños, amagues, gambetas, rabonas, y golazos que al día de hoy me siguen alegrando la vida. No me interesa evaluarlo "como persona", aunque dicho sea de paso, me parece un ser de corazón gigante. Me quedo con su sobredosis de talento, como dice una de las muchísimas canciones compuestas en su honor. Y me quedo también con esta foto, de la única vez que pude cumplir mi sueño de verlo en persona.

Fue en un partido de Gimnasia, uno de los equipos más flojos del fútbol argentino, al cual nunca en la vida consideré ir a ver físicamente. No recuerdo contra quien fue ni cuanto quedó, a duras penas lo vi. Ni siquiera tuve tiempo para tomarme la respectiva selfie, como hago siempre que voy a un estadio nuevo. Me obnubilé, enamorado, buscando a este hombre que cambió la historia del fútbol para siempre.

Me da mucha alegría que por fín podás descansar en paz, Diego. Fuiste y serás inigualable.