Un Alianza valiente y atrevido viajó a Monterrey y se plantó como equipo serio. El Estadio BBVA Bancomer fue testigo de como Rayados tuvo que transpirar la gota gorda para llevarse una victoria sobre la hora con un penal infantil cometido por un jugador albo.
 


Ese fue el segundo penal de la noche, pues los regiomontanos habían tenido el primero a los 50 minutos, y una atajada heroica de Rafa García mantuvo con vida a los elefantes.



Sin embargo, el despliegue colectivo aliancista fue memorable. A pesar de las limitaciones, los dirigidos por el Zarco no se arrugaron ante un escenario tan imponente. Cuando hubo que defender lo hicieron, y con mucho orden y bravura. Cuando se pudo atacar, se hizo, y llevando peligro. 


En la segunda parte, Monterrey metió todo el pie de lleno en el acelerador. Pero no le alcanzaba. Ese Alianza "chiquito" estorbaba de verdad y le cerraba todos los agujeros y los caminos a los locales.

Lamentablemente, al 85 llegaría el error. Quizás el nervio, el cansancio (físico y mental) obligaron a Portillo a cometer una infracción infantil e innecesaria sobre Dorlan Pabón. Patada por detrás,sin que hubiera oportunidad manifiesta de gol; error no obligado y nuevo penal, para que esta vez Nico Sánchez si lo transformara. 


Al final, Alianza cayó derrotado pero con mucha honra. No suele ser común ver clubes salvadoreños compitiendo de verdad en estos niveles. En estos tiempos de castigos y escándalos por amaños de partido, un poquito de fútbol serio no le viene mal a El Salvador, para lavar un poco la mala imagen de los ultimos años. ¡Gracias, Alianza!