El Salvador está en vilo ante las responsabilidades sumamente importantes por las que jugará su Selección Nacional. Por eso mismo, Hernán Darío Gómez no le pierde pisada a ninguno de los movimientos de sus rivales. Aquí se sorprendió.
A días del inicio de las Eliminatorias al Mundial 2026, sin dejar de pensar en la Copa Oro 2025, la plantilla de La Selecta ultima detalles en su preparación. No pueden permitirse dejar pasar estas oportunidades. Necesitan los resultados.
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Dentro de los oponentes con los que los muchachos del Bolillo comparten el Grupo F de Concacaf, se encuentra Anguila. Si bien este equipo no cuenta con chance alguna de clasificar, lleva cuestiones dignas de análisis en su plantel.
Hombre de estudios, compatibiliza su vida profesional con el fútbol federado en la FIFA y el sueño más grande de todos. Como si esto fuese poco, su apariencia es sumamente curiosa. Despierta sensación en propios y ajenos, rápidamente.
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El Salvador se topa con curioso rival: el rastafari y licenciado Aedan Scipio
Tres derrotas seguidas sentenciaron la suerte de Anguila, la Selección Nacional que colorea el fondo del Grupo F. Ningún punto, sin goles a favor y 18 tantos en contra, hicieron de este equipo una especie de lugar semivacío entre todos ellos.
Surinam los derrotó por 4-0. Puerto Rico los arruinó con un marcador de 8-0, y ayer mismo llegó San Vicente y Granadinas para propinarle un 6-0. Poco para destacar de los anguilenses, salvo por la curiosa historia de una gran figura. El muchacho de 34 años es tan importante dentro como fuera del verde césped.
Aedan Scipio es uno de los futbolistas que más atrae entre Los Delfines. Además de hacerlo por su particular estilo de juego, su apariencia le juega a favor. Aún no existen pruebas, pero tampoco hay dudas de que es el jugador con las rastas más largas de la historia del mundo. Ninguna imagen registra lo contrario, al menos.
Como son tan largas, las peina con varias gomitas para pelo. Estas evitan que se separen, pero no hacen todo el trabajo. Además, necesita un elástico para atarlas a su cintura. Las mismas superan la línea de la rodilla y tapan completamente el número de su camiseta, pero no es impedimento para que este hombre juegue.
