Durante el último mercado de fichajes, el Deportivo Saprissa sumó a sus filas a figuras como los panameños Gustavo Herrera y Newton Williams, además del volante Mauricio Villalobos y el delantero Marcos Escoe.

Sin embargo, el refuerzo que realmente está marcando la diferencia para Vladimir Quesada es Marcelo Tulbovitz. El preparador físico, protagonista del histórico tercer lugar en el Mundial de Clubes 2005 con el Monstruo, regresó a Tibás tras más de una década fuera de Costa Rica, tiempo en el que también levantó la Copa Libertadores con River Plate en 2018.

La complicada adolescencia de Marcelo Tulbovitz

Oriundo de Montevideo, Uruguay, Tulbovitz vivió su adolescencia bajo la dictadura militar que asoló al país sudamericano ente 1973 y 1985. Su padre, Elías, afiliado al Partido Comunista, fue detenido y perseguido por el régimen.

En una entrevista para Los Saprissa, Marcelo relató la dura realidad de esos años. “El primer gran reto de mi vida fue ayudar a mi madre a sostener a una familia con tres hijos cuando mi padre fue detenido por la dictadura. Acompañar como sea a la vieja, porque en Uruguay hubo dictadura feroz, que mató, torturó, hizo desaparecer gente, asesinó, intervino la enseñanza, congeló los salarios…”, recordó.

La historia de Marcelo Tulbovitz (Agustín Satori).

Tulbovitz narró cómo él y sus hermanos asumieron responsabilidades a temprana edad: “Conseguir trabajo a los 14 años, trabajar 8 horas además de estudiar para ayudar a mi madre. Mi hermano mayor hizo lo mismo que yo, tenía 15, y mi hermano Ernesto 6. Si hablamos de retos, es el más importante, el más sagrado“.

Siempre reivindico a todas las familias uruguayas dentro de ese contexto de miles de presos políticos. Hablo de miles de familias y jóvenes como yo que tuvimos que salir ayudar. Fue un desastre, fue una tragedia… una dictadura jodida que por suerte en 1985 se retomó la democracia”, completó el sudamericano.

“Yo sí soy rencoroso”: una marca que no se borra

El preparador físico no oculta que aquella época dejó cicatrices profundas. En una entrevista en 2016 anterior afirmó: “Viste la famosa frase que dice que en la vida no hay que ser rencoroso. Yo sí soy rencoroso. No me jacto de serlo, pero si me preguntás: ¿sos rencoroso? Sí, soy. Por un montón de cosas de la vida“.

“Honestamente eso no me lo saca nadie. Es el rencor del desarraigo, de romper familias, no hablo de la familia Tulbovitz, hablo de miles de familias uruguayas. Para mí no hay perdón. No hay olvido ni perdón”, sentenció. Hoy, con 64 años, Tulbovitz se ha convertido en una pieza clave para el cuerpo técnico de Vladmir Quesada, aportando valores de resiliencia y disciplina a los jugadores.