Casi una semana de finalizar la Eliminatoria Mundialista, el defensa guatemalteco José Ardón volvió al estadio Manuel Felipe Carrera de El Trébol, pero esta vez no con la Selección Nacional de Guatemala, sino con Antigua GFC para disputar la jornada 21 de la Liga Nacional. Sin embargo, el recibimiento estuvo lejos de ser amistoso, ya que un sector de la afición de Municipal lo recibió con abucheos e insultos.

El origen del descontento se remonta al duelo clave ante Panamá, donde Ardón ingresó como sustituto de Nicolás Samayoa. En ese compromiso, que terminó 2-3 y dejó fuera a Guatemala del Mundial 2026, uno de los goles fue atribuido a errores del defensor, lo que rápidamente lo convirtió en blanco de críticas y cuestionamientos en redes sociales.

Tras ese partido, Ardón perdió su lugar en la titularidad y no inició en el encuentro frente a Surinam, el último de la eliminatoria. Pero la presión no cedió, ya que la eliminación de la Bicolor avivó la frustración de los aficionados, quienes no tardaron en señalar al jugador como uno de los principales responsables del fracaso.

José Ardón volvió a ser señalado

Este sábado, en plena lucha de Antigua GFC por el liderato y el cierre de la fase regular, cada intervención de José Ardón en la cancha fue acompañada por abucheos desde las gradas del estadio El Trébol. En videos difundidos en redes sociales se escucha con claridad cómo un grupo de seguidores rojos lo insultaba de manera insistente.

La situación no es nueva, pues el defensor ya había vivido un ambiente similar el pasado martes, cuando parte de la afición guatemalteca le reprochó su rendimiento al finalizar el duelo contra Surinam. Todo indica que, al menos por ahora, la reacción negativa podría convertirse en una constante en cada estadio donde se presente.

Y Ardón no es el único bajo la lupa. El portero Nicholas Hagen también ha sido duramente cuestionado por los goles encajados ante Panamá, sumándose a la lista de señalados tras la eliminación mundialista. Mientras tanto, el fútbol guatemalteco intenta asimilar otro golpe, en un proceso marcado por profundas heridas deportivas y emocionales.