Este martes 11 de noviembre, la fase de grupos del Mundial Sub-17 que se disputa en Qatar llegó a su fin, y con ella se confirmó una noticia profundamente dolorosa para el fútbol de Centroamérica.
De los ocho representantes de la Concacaf que participaron en el torneo, únicamente los tres gigantes del norte (Estados Unidos, México y Canadá) lograron avanzar a los dieciseisavos de final. Los otros cinco, entre ellos Costa Rica, Honduras, El Salvador y Panamá, quedaron eliminados tras una actuación para el olvido.
En sus canales oficiales, la FIFA publicó el listado de los 16 clasificados a la siguiente ronda, marcando así una realidad sombría para la región: las selecciones juveniles centroamericanas estuvieron muy lejos de competir, y dejaron una imagen preocupante de cara al futuro.
El vergonzoso papel de Centroamérica en el Mundial Sub-17
Costa Rica fue el mejor ubicado entre los eliminados, aunque su desempeño distó mucho de ser alentador. Los dirigidos por Randall Row sumaron apenas un punto tras empatar 1-1 con Emiratos Árabes Unidos y perder sus dos siguientes partidos ante Senegal (0-1) y Croacia (1-3), despidiéndose en el antepenúltimo lugar del Grupo C.
Peor fue lo de El Salvador, que vivió un verdadero calvario: cayó 0-5 con Corea del Norte, igualó milagrosamente 0-0 ante Colombia y cerró su participación con una humillante goleada 0-7 ante Alemania.
Honduras tampoco escapó al desastre. En su estreno fue aplastada 0-7 por Brasil, luego cayó 2-5 frente a Zambia y terminó su participación perdiendo 1-2 con Indonesia, una selección que había perdido sus dos compromisos anteriores. Por último, Panamá cerró el capítulo este martes con otra actuación para el olvido: fue goleada 6-1 por Uzbekistán tras haber perdido 1-4 con Irlanda y 1-2 frente a Paraguay.
Conclusiones tras el desastre
Los resultados son un espejo de una realidad incómoda: el fútbol juvenil de Centroamérica se encuentra rezagado, sin estructura sólida ni procesos de desarrollo que puedan sostener el crecimiento a nivel internacional.
Mientras México, Estados Unidos y Canadá continúan expandiendo su poderío gracias a inversiones millonarias y sistemas de formación modernos, las selecciones del istmo parecen estancadas en una dinámica de improvisación. De no ser por los combinados del norte (y por el pobre papel de Oceanía), Concacaf habría sido la confederación más débil del Mundial Sub-17.
