Por algo le dicen el “Mágico” a Jorge González. El apodo no es por nada: con el balón hacía magia. Regates de todo tipo, movimientos increíbles y una destreza admirable, en la figura de un verdadero crack.
Hizo gala de sus dotes ante todo tipo de rivales, incluso varios de talla mundial. ¿Futuras estrellas? También. Allá por el 2003, “humilló” a un joven de 19 años del Barcelona. ¿Su nombre? Andrés Iniesta.
Si bien el salvadoreño colgó los botines en 2002, regresó un año después para volver a ponerse la camiseta del Cádiz y enfrentar al Barcelona en un amistoso. Los ojos de los miles de fanáticos que asistieron al eventos estaba posados en él, en aquel centroamericano que se convirtió en el ídolo de todo un club.
En determinado momento del encuentro, del cual los blaugranas salieron airosos por 2-1, el cuscatleco lo volvió a hacer. Volvió a mostrar destellos de su talento, dejando sin respuesta al futuro campeón del mundo. Cuando “Don Andrés” lo fue a marcar, el “Mágico” levantó ligeramenteel balón con un singular movimiento, para dejarseloa un compañero. El venidero cerebro de aquella institución, anodadado.