Álvaro Saborío fue, sin lugar a dudas, uno de los delanteros más letales que ha producido el fútbol costarricense. Nacido en Ciudad Quesada un 25 de marzo de 1982, el atacante comenzó a formarse en la cantera del CF Monterrey, pero sería con el Deportivo Saprissa donde se daría a conocer al mundo.
A los 19 años, debutó como profesional anotando un doblete ante Limonense y, a partir de allí, construyó una carrera brillante. Con los morados disputó un total de 146 partidos, marcó 106 goles y levantó múltiples títulos, incluido el de la Copa de Campeones de la Concacaf que lo llevó al histórico Mundial de Clubes 2005, donde el Monstruo se quedó con un inolvidable tercer puesto.
Ídolo en Costa Rica y mucho más allá
En paralelo, la carrera internacional de Saborío fue igual de sobresaliente. Con la Selección de Costa Rica disputó 111 partidos y anotó 36 goles, convirtiéndose en el tercer máximo artillero de la historia, solo superado por Paulo Wanchope y Rolando Fonseca. Además, formó parte del combinado nacional que participó en el Mundial de Alemania 2006.
Y por si todo esto fuera poco, con el uniforme del Real Salt Lake se consolidó como uno de los legionarios más exitosos al convertirse en el máximo goleador histórico del club de la MLS en apenas cinco años, firmando 63 goles en 127 apariciones.
La otra pasión de Álvaro Saborío
Una carrera tan exitosa podría haberle garantizado a Álvaro Saborío una vida cómoda y tranquila, pero él eligió un rumbo distinto. En 2017, tras su abrupta salida de Saprissa, que lo dejaría cuatro meses fuera de actividad, se instaló de manera en su finca de San Carlos y comenzó a abocarse de lleno a las tareas de la vida rural.
Allí llegó a la conclusión de que las tareas del campo le generaban una satisfacción tan grande como la que le daba el gol. “Llevo una vida más tranquila que en el fútbol, una vida de ganadero, agricultor y de gente de familia. Me emociona sembrar, comprar pasto, darle comida a las vacas… me apasiona”, declaró en una entrevista con La Nación.
El delantero explicó que la rutina en el campo le dio un equilibrio que el fútbol difícilmente le ofrecía: “Tengo ganado, me apasiona ese tema. Es algo muy estable, tranquilo y totalmente diferente a lo que hice en mi carrera. Me despejo de todo y estoy feliz”, aseguró. Incluso reveló que el tiempo en la finca le hacía sentir que los días “se le iban volando” y que la pasión por la vida rural crecía en él cada jornada.
Esto no le impidió regresar al fútbol en varias ocasiones. Tras su alejamiento, firmmó contrato con AD San Carlos, donde celebró títulos en segunda y primera división, y en 2020 dio el salto a Liga Deportiva Alajuelense, donde también levantó un campeonato nacional. Su última etapa la vivió nuevamente con San Carlos con 41 años a sus espaldas, hasta que decidió colgar definitivamente los botines.
Ya retirado de manera definitiva, Saborío sigue dedicado a sus labores rurales, pero también ha encontrado en el ciclismo de montaña una nueva forma de mantenerse activo. Es común verlo participando en competencias locales, y a principios de año compartió entrenamientos con Keylor Navas, su buen amigo y ex compañero.