La Fedefútbol ha sacudido al fútbol nacional con una decisión contundente: este martes anunció la suspensión de tres dirigentes del un club por su participación en un presunto intento de amaño de partidos. La sanción, sin precedentes recientes, expone una grave situación que amenaza la integridad del deporte en el país.
En un comunicado oficial, la Federación de Costa Rica detalló que los sancionados, José Rolando Pereira, Ernesto de la Torre y Enrique Valencia, fueron hallados responsables de una tentativa de manipulación de resultados en la AD Municipal Turrialba. Como consecuencia, los tres directivos fueron suspendidos de toda actividad relacionada con el fútbol por un periodo de cinco años.
La Comisión Disciplinaria de la federación fue clara en su resolución: aunque el club como entidad no fue sancionado directamente, sí se emitió un fuerte apercibimiento hacia su dirigencia y fiscalía, acusándolos de haber sido “muy permisivos y omisos en los deberes de prevención y alerta en temas de manipulación de partidos”. El organismo advirtió que cualquier reincidencia será sancionada con mayor severidad.
¿Cuál fue el intento de amaño?
La raíz del escándalo se remonta al 16 de mayo, cuando trascendió públicamente que la Fedefútbol investigaba un caso de presunto amaño en Turrialba. Según una denuncia publicada por el diario La Nación, dirigentes del club habrían ofrecido dinero a ocho jugadores del equipo con el objetivo de perder un partido bajo condiciones específicas. La oferta fue rechazada por los futbolistas, lo que desencadenó la indagación formal.

Directivos de Municipal Turrialba fueron sancionados.
La Fedefútbol, al emitir su resolución, indicó que esta puede ser apelada dentro de los tres días hábiles posteriores a la notificación oficial. De momento, el castigo representa una señal clara de que el máximo ente del fútbol costarricense no tolerará ninguna conducta que comprometa la honestidad y el juego limpio en las competiciones nacionales.

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Este caso ha generado indignación en el entorno deportivo costarricense y abre un debate urgente sobre los controles éticos y de gobernanza dentro de los clubes, especialmente en las divisiones donde históricamente ha habido menor fiscalización. La sanción busca sentar un precedente firme: el fútbol costarricense no puede permitir que la sospecha de manipulación manche su legitimidad.