En Deportiva Saprissa no todo es calma ni planificación. La intención de Paulo César Wanchope de hacer una depuración en el plantel de cara al próximo torneo se ha topado con un obstáculo inesperado: una decisión administrativa que compromete las finanzas del club y le impide ejecutar con libertad su proyecto deportivo.
Según reveló el periodista Josué Quesada, el técnico morado tiene claro que Sabin Merino y Nicolás Delgadillo no entran en sus planes para lo que viene. Su deseo era prescindir de ambos cuanto antes. Sin embargo, el club está atado de manos por un detalle contractual que lo complica todo.
¿Qué es lo que no permite pasar la escoba en Saprissa?
Ambos jugadores firmaron por dos años, hasta el 31 de diciembre del 2026, en lugar del año que normalmente se otorga a fichajes con perfil de apuesta o rendimiento incierto. Para sacarlos, deberían rescindirle y pagarle un año y medio de contrato.
El responsable directo de esa decisión fue Sergio Gila, quien en su momento ocupó un rol clave en la estructura deportiva del club. La firma por dos temporadas para ambos futbolistas, en lugar de una más convencional, amarró a Saprissa a dos contratos altos que hoy no tienen sentido en lo futbolístico, pero pesan como una losa en lo económico.
No se trata solo de que Wanchope no los considere: tenerlos en el plantel implica una carga presupuestaria innecesaria. Pero darlos de baja significaría asumir costosas indemnizaciones, algo que el club, ya golpeado en lo financiero, no está en posición de hacer a la ligera.
Un freno en plena reconstrucción
El deseo del técnico de hacer una “limpieza” y armar un equipo más competitivo y ajustado a su idea deberá esperar, al menos en estos casos. En lugar de liberar espacio y recursos, la dirigencia se ve obligada a buscar una salida negociada o una reubicación interna, sabiendo que mantener a estos jugadores en el plantel no solo limita decisiones deportivas, sino que también representa una pérdida financiera si no juegan ni aportan.