El presidente de FIFA, elegido por votación a fines de febrero, es uno de los líderes que aparecen en el escándalo mundial.
Asumió con aires de cambio en un fútbol que necesita un lavado de cara. Pasado un mes de elección como presidente de FIFA, Gianni Infantino está en el ojo de la tormenta producto de los Panamá Papers.
La investigación aparece un contrato con la firma del suizo junto a la de los Jinkis (Hugo padre y Mariano hijo), quienes compraron los derechos televisiones de la Champions League y Europa League para transmitir en Ecuador y los vendieron en casi el triple. La cifra fue de tan solo 140 mil dólares.
El vínculo fue firmado en 2006, cuando Infantino era directivo de UEFA. Hoy, los empresarios argentinos están presos en Estados Unidos por presuntos pagos de sobornos. Cross Trading SA, filial de Full Play SA, es una sociedad offshore que fue registrada en Panamá, entre otros paraísos fiscales.
“Me gustaría que quede constancia de que ni la UEFA ni yo jamás han sido contactados por cualquier autoridad en relación con estos contratos particulares”, aseguró en un comunicado Infantino, presidente de FIFA.