Pasan los años y siempre es bueno escuchar alguna anécdota del Mágico González . Ex-compañeros, entrenadores y periodistas cuentan situaciones que vivieron con el futbolista salvadoreño más grande la historia. Estas experiencias sirven para dimencionar lo enorme que fue el Jorge como jugador y, principalmente, que fue y es como persona . Una personalidad mágica y extraña a la vez.

En este caso, Rovira recuerda cuando vio llegar al cuscatleco descalzo al estadioRamón de Carranza. Contó que le preguntaron que había pasado, pensaron que le habían robado. No entendían como llegaba a la práctica sin nada en los pies. La respuesta que dio el Mágico terminó emocionando a todos y demostrando el excelente humano que es.

González respondió ante la atentas miradas de sus compañeros: No, que venía un chaval que no tenía zapatos y yo le di mis zapatillas”. Pese a que tenía que entrenar con el Cadiz, decidió regalar su calzado a un niño que no tenía con que vestirse. El Mágico no era rico, no le sobraba el dinero y este gesto demostró su humildad y generosidad con alguien que realmente necesitaba la solidaridad.

Rovira lo describió perfectamente: “Era el tío más generoso y desprendido que yo conocí”. La imagen enorme que tienen de él no queda únicamente en como movía la pelota bajo sus pies o lo bien que defendió durante años la camisa amarilla. Es lo que es gracias a esta personalidad que te sorprendía en el día a día y que te emociona al escuchar estas anécdotas.

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Por algo, muchos aficionados votaron para ponerle su nombre al mítico estadio del Cádiz. Él ya tiene el suyo en su El Salvador natal, pero podría tener otro en España, donde deslumbró con esa magia pocas veces vista en el viejo continente. Jorge González es esto, un distinto adentro del césped y un distinto afuera en la calle.