El empate 3-3 entre Costa Rica y Haití ya había dejado un ambiente tenso en el Estadio Nacional, pero lo más insólito ocurrió después del pitazo final. El protagonista fue Duckens Nazon, delantero haitiano que se convirtió en pesadilla para la Tricolor al marcar los tres goles de su selección.

Al final del encuentro, el atacante protagonizó un momento bochornoso que generó indignación en la delegación caribeña. Empleados costarricenses no hicieron quedar para nada bien al país.

¿Qué sucedió una vez terminado el encuentro entre Costa Rica y Haití?

Como es costumbre en el fútbol internacional, Nazon solicitó quedarse con la pelota del partido, la misma con la que firmó su triplete histórico frente a Costa Rica. Sin embargo, para sorpresa de todos, integrantes de la organización le negaron la posibilidad de llevarse el balón, lo que desató una fuerte discusión en la zona mixta.

El incidente, que no quedó del todo claro si fue responsabilidad de Concacaf o de la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol), provocó el enojo inmediato de los jugadores y el cuerpo técnico haitiano, quienes consideraron irrespetuoso que se negara un gesto simbólico habitual en este tipo de actuaciones.

Desde la organización no querían darle el balón a Nazón. (Foto: Mario Segura)

En medio de la confusión apareció Ignacio Hierro, director deportivo de la Fedefútbol, a quien varios miembros de la delegación de Haití le reclamaron directamente por la negativa. La situación se tornó tensa, con intercambio de palabras subidas de tono y gestos de molestia entre ambas partes.

Desde la organización argumentaron que la petición no se había hecho de la manera adecuada, lo que generó aún más malestar en los caribeños. Finalmente, tras varios minutos de discusión, Nazon recibió la pelota, aunque el mal sabor del incidente ya había trascendido al vestuario visitante.

El episodio, que pasó desapercibido para la mayoría de los asistentes, se suma al ambiente de frustración que dejó el empate para la Tricolor. Para Haití, en cambio, el partido significó una hazaña en la cancha, pero también un disgusto fuera de ella que consideraron innecesario y poco acorde con la tradición del fútbol.