A principios de los años 2000, Juan Bautista Esquivel parecía estar destinado a consolidarse como uno de los mejores laterales izquierdos que hubiera producido el fútbol costarricense.
Nacido en San Ramón, Alajuela, el 12 de agosto de 1980, Esquivel mostró su talento desde joven, siendo parte de la Selección de Costa Rica en dos mundiales juveniles: el Mundial Sub-17 en Egipto 1997 y el Mundial Sub-20 en Nigeria 1999.
A nivel de clubes, el defensa hizo toda su carrera en Deportivo Saprissa, debutando en el primer equipo en 1998. Con los morados, conquistó tres campeonatos nacionales y fue parte del histórico Mundial de Clubes 2005, donde el Monstruo terminó en tercer lugar, detrás de Liverpool FC y Sao Paulo.
El diagnóstico que lo cambió todo
En el mejor momento de su carrera, Esquivel recibió la noticia que cambió su vida. A principios de 2006, el cuerpo médico de Saprissa le diagnosticó una cardiopatía hipertrófica asimétrica no obstructiva, una enfermedad congénita que implica un corazón rígido, dificultando la correcta circulación de la sangre.
Dicha cardiopatía no tiene cura y, de no haber sido detectada a tiempo, pudo haberle costado la vida, como ocurrió con el futbolista camerunés Marc-Vivien Foé, quien falleció en 2003 debido a un problema similar. Esto obligó a Esquivel a retirarse del fútbol a tan solo 25 años, dejando atrás una carrera muy prometedora.
“Me aislé por un período bastante largo”
Lo que muchos no saben es lo difícil que fue para Esquivel afrontar su retiro precoz. Después de la noticia, cayó en una profunda depresión que lo golpeó durante años. “Al principio era muy difícil, porque era el tema que te tocaban cuando salías. Había días en que no quería salir ni de la casa, querías estar como encerrado“, confesó en una entrevista con ESPN en 2023, casi dos décadas después de su retiro.
“Los años después, los meses después fueron muy duros por esa parte, tocar el tema te tiraba el ánimo para abajo. Ya superado el tema, uno lo ve como una oportunidad para crecer“, añadió Esquivel, quien con el tiempo logró encontrar la fuerza para superar el dolor.
En sus primeras etapas fuera del fútbol, Esquivel enfrentó su dolor y frustración en soledad. “Yo fui muy terco, me cerré, me bloqueé y me aislé por un período bastante largo, hasta que tuve una situación personal complicada que me llevó a separarme de mi hija. Ahí me di cuenta que hay cosas más duras que lo que me había pasado con el fútbol. En ese momento como que entré en razón y me di cuenta de que tenía que cambiar”, explicó. Fue este momento en su vida el que lo hizo tomar conciencia de que necesitaba cambiar su enfoque.
Después de colgar los botines, el morado continuó trabajando en el club de sus amores hasta 2008. Ahí se dio cuenta de que su vida debía tomar otro rumbo, completamente alejado de las canchas. “Se dieron momentos muy difíciles porque se cortaron sueños, una noticia así uno no la asimila de inmediato, nadie, y la verdad es que duele“, recordó Esquivel. Durante esos años, asegura haber encontrado apoyo en su familia y en Dios.
“Muchas veces pensamos que nosotros controlamos las cosas, y de un momento a otro no tenemos una persona al lado, o el trabajo que deseamos. Para mí esa es la clave, ser feliz con lo que vos tenés, si te cambia la vida, tratar de ser feliz con eso, porque es lo que tienes en ese momento“, reflexionó el ex futbolista.
Hoy en día, Juan Bautista Esquivel trabaja completamente fuera del fútbol, pero recuerda con mucho cariño a la afición de Saprissa. Los años que pasó en el Monstruo serán siempre parte de su vida, y su legado como uno de los laterales más prometedores del fútbol tico sigue siendo recordado por los aficionados.