La población brasileña vive un futuro incierto. La actualidad con la inacción frente al coronavirus por parte de Jair Bolsonaro crea una atmósfera de incógnitas en cada ciudadano. Y lo último que necesitaba el actual presidente de Brasil, es que las fuerzas militares se revelen en su contra para comenzar a gestar un golpe de estado para quitarlo del poder ante el malestar de la población y su inoperancia hacia el COVID-19.
“Hubo una comunicación telefónica de un alto jefe del ejército brasileño con uno del argentino, en el cual el brasileño le informó que habían tomado la decisión de soslayar al presidente Bolsonaro en todas las decisiones importantes”, sostuvo el periodista Horacio Verbitsky en declaraciones a El Destape Radio.
El periodista señaló que, en la conversación entre los dos altos jefes militares, se aclaró que esta decisión “no equivalía a la deposición del presidente, pero si a su reducción a una figura del tipo de un monarca constitucional sin poder efectivo”. La información aportada por Verbitsky se da en el marco de los rumores que señalaba que el general Walter Souza Braga Netto , jefe de la Casa Civil, habría sido designado por el mando militar para tomar de hecho el poder político del gobierno de Brasil.
Durante la última semana, varios jefes militares reivindicaron el golpe de Estado del ’64(31 de marzo), lo que, en el marco de las crecientes críticas al manejo que Bolsonaro tuvo de la pandemia, se leyó como un mensaje de que podrían volver a tomar el control político del país. Además, casi al mismo tiempo, Marco Aurélio Mello, el juez del Supremo Tribunal Federal (STF), pidió a la Fiscal General suspender al mandatario por 180 díaspor haber tomado medidas que pusieron en riesgo la salud de los brasileños frente a la pandemia del coronavirus.
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Los militares han tomado cada vez más control del gobierno y la conducción de Ejercito toma cada vez más distancia y aísla a Bolsonaro . La Vicepresidencia de la nación yocho Carteras se encuentran en control de los militares, entre ellas el Ministerio de la Casa Civil, el Ministerio de Secretaría General y el de Seguridad Institucional.
Las críticas contra Bolsonaro aumentan. Los cacerolazos se incrementan en Río de Janeiro, en Brasilia y en todo el país por la falta de acciones para combatir la pandemia. La pérdida de capital político es más que evidente. La interna con los jefes militares es cada vez más fuerte. La pelea con los medios que lo llevaron al poder, en especial la Rede Globo, es indisimulable.
Por el momento, el mandatario brasileño mantiene el apoyo de los sectores más fanatizados, los evangélicos, los líderes policiales, los soldados y los cargos más bajos de la milicia y una parte de la conducción militar.La izquierda y el progresismo brasileño parecen ser meros espectadores de unconflicto que parece que tendrá un nuevo capítulo dentro de poco…