Pese a que Costa Rica no estará en el Mundial 2026, un costarricense sí vivirá la Copa del Mundo, pero con otra selección. Su camino, lejos de las luces y de los grandes salarios del fútbol de élite, es uno de los relatos más sorprendentes que deja este proceso mundialista: un tico que acompañó a Haití desde la tragedia hasta su histórica clasificación.

Se trata de Alejandro Salisbury, quien comenzó su vínculo con el país caribeño en 2010, cuando viajó como voluntario tras el devastador terremoto que dejó más de 300.000 muertos y un país en ruinas. Entonces vivía en Miami y, al ver las noticias, tomó un vuelo sin pensarlo.

Ese viaje cambió su vida. En 2014, gracias a las amistades que había hecho durante la emergencia, recibió una propuesta para integrarse al proyecto de selecciones femeninas. Más tarde, por su buen trabajo, lo invitaron a quedarse con las selecciones masculinas, donde terminó siendo fotógrafo, analista de video, ayudante de prensa y una especie de “hombre orquesta” dentro de un fútbol que opera con recursos mínimos.

Durante los últimos años, el país se volvió prácticamente inhabitable. Las pandillas tomaron el control de zonas enteras, haciendo imposible vivir allí o incluso caminar en las calles sin riesgo de secuestro. Haití tuvo que jugar toda su eliminatoria en sedes neutrales. Él siguió viajando, grabando análisis de rivales, produciendo videos, trabajando para el cuerpo técnico desde donde fuera posible.

Alejandro Salisbury es un pilar fundamental en Haití. (Foto: La Teja)

Estará en el Mundial 2026 con Haití

Cuando Haití selló su clasificación al Mundial 2026, el tico lo vivió como algo profundamente personal. Haber visto el sufrimiento de un país tan golpeado, y al mismo tiempo la emoción de su gente, hizo que el logro tuviera un significado enorme.

“Son emociones difíciles de explicar. Yo sé lo que ellos pasan porque lo he visto con mis ojos. Poder darles una alegría es algo que llena el corazón. Para Haití, el fútbol es la pasión más grande que existe. No hay nada más grande que eso, expresó conmovido en entrevista con La Teja.

Mientras Costa Rica atraviesa uno de los momentos más duros de su historia reciente, este costarricense vivirá el Mundial 2026 de la manera más inesperada: siendo parte de la selección de un país que lo adoptó, al que sirvió primero desde la tragedia y luego desde el fútbol. Una historia que demuestra que, incluso lejos de casa, el sueño mundialista puede llegar… y de la forma más insospechada.