La lesión de Kevin Cabezas sigue siendo recordada como una de las imágenes más escalofriantes que dejó el fútbol costarricense en los últimos tiempos. El 4 de septiembre de 2024, durante la victoria 5-1 de Liga Deportiva Alajuelense sobre Escorpiones de Belén por el Torneo de Copa, el volante sufrió una fractura de tibia y peroné en su pierna derecha tras una durísima entrada.

Lo que en principio parecía una recuperación de cuatro meses, terminó convirtiéndose en un calvario que no solo afectó su carrera deportiva, sino también su vida personal.

Una rehabilitación interminable

Cabezas, hoy con 25 años, recuerda ese episodio como un punto de quiebre. Tras ser liberado por Alajuelense, debió reconstruir su vida, incluso trabajando fuera de las canchas mientras cuidaba a su hijo recién nacido. “Parece que fue ayer cuando me quebré y ya pasó un año de la lesión. Al final de todo lo negativo hay que sacar algo bueno, esto me ha dejado muchas enseñanzas”, valoró en una entrevista con La Teja.

Sin embargo, no oculta que hubo momentos muy oscuros: “Cuando se acercaba el día era imposible no pensar en lo que pasó, la recuperación, lo que creí que nunca se iba a acabar. Pensaba cómo estaría todo si no me hubiera lesionado. Se me complicó el regreso, pero sigo hacia adelante”, contó el jugador, hoy en las filas del AD Sarchí de la Liga de Ascenso.

Kevin Cabezas sufrió una gravísima lesión defendiendo el uniforme de Alajuelense (LDA).

Cuando parecía que la recuperación iba bien, sufrió una recaída jugando contra el Municipal Grecia. “Sentí otra vez la molestia, como si me hubiera quebrado de nuevo. El cuerpo me decía que aún no estaba listo. Tuve que parar, estuve dos meses en reposo y empezar de cero”, recordó. Esa pausa lo llevó a una nueva etapa de terapias y trabajos en cancha.

Obligado a buscar trabajo con un hijo recién nacido

La situación se volvió aún más compleja porque coincidió con la llegada de su hijo, Paulo, apenas semanas antes de la lesión. “Mi hijo nació el 18 de agosto y yo me lesioné el 4 de septiembre. Tenía días de nacido cuando empezó todo. Mi familia nunca me dejó de apoyar, hasta en lo económico me echaron el hombro, porque me sentía muy mal sin poder trabajar ni tener contrato”, relató. Durante meses, incluso se dedicó a trabajar en plataformas de transporte para poder sostener a su hogar.

Kevin Cabezas volvió al Morera Soto junto a su hijo (Instagram).

Hoy, Cabezas sigue agradecido con quienes no lo dejaron caer. “Mis papás, mi hermano, mi pareja Keylin y, sobre todo, mi hijo Paulo son mi motor. Todos los días cuando lo veo con una sonrisa me motiva a seguir adelante. Ahora quiero retomar mi nivel, jugar lo mejor posible este torneo y volver a primera división”, afirmó.

El mediocampista, que también tuvo pasos por Liberia y Carmelita, reconoce que la lesión le enseñó más que cualquier otro episodio de su carrera: “Hay que aprender a ser humildes. Antes de la lesión tenía tantas personas a mi alrededor y luego muy pocas quedaron. El fútbol te enseña que no sos indispensable y que lo único que queda es la resiliencia y el empuje para no detenerse nunca”.