La Selección de Costa Rica vive horas agitadas en plena Copa Oro 2025, luego de que se difundiera un video que muestra a varios futbolistas participando en una fiesta en Las Vegas, tras el empate sin goles ante México en la fase de grupos. La situación generó críticas en redes sociales y puso bajo la lupa el ambiente dentro del equipo, pero este miércoles, desde el propio campamento tricolor en Minnesota, los protagonistas decidieron romper el silencio.
Kennay Myrie fue uno de los primeros en hablar con la prensa y, lejos de esquivar el tema, apuntó directamente a la autorización del cuerpo técnico encabezado por Miguel Herrera como respaldo a su accionar.
¿Qué dijo Kennay Myrie sobre la fiesta de Costa Rica?
“Nos autorizaron un permiso por cuatro horas. Era nuestro tiempo libre luego de finalizar la fase de grupos…”, declaró con firmeza el lateral costarricense, dejando claro que no hubo ningún tipo de indisciplina.
Por su parte, Kenneth Vargas, delantero del Hearts de Escocia, también se refirió al tema y aseguró que la salida fue parte del espacio personal que se les brindó.
“Todos estamos tranquilos, el profe nos dio una hora y no vimos la razón para no hacer nada. También es bueno despejar la mente”, comentó, sin mostrar preocupación por la repercusión que generó el video.
Desde la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol) no tardaron en respaldar la versión de los jugadores. En un breve comunicado, señalaron que la salida fue autorizada por el cuerpo técnico y que no habrá ningún proceso disciplinario, ya que no se rompieron normas internas.
A pesar del cierre oficial del tema, la polémica sigue latiendo entre los aficionados, que cuestionan la conveniencia de participar en una fiesta en plena competencia oficial. La figura del Piojo Herrera, quien asumió las riendas del equipo con altas expectativas, queda ahora bajo presión, no tanto por los resultados deportivos, sino por su manejo del grupo y las decisiones extrafutbolísticas.
Con los cuartos de final a la vista, el reto para la Tricolor será retomar el foco competitivo y evitar que el ruido externo termine afectando su rendimiento. Lo que está claro es que la fiesta, aunque autorizada, ya pasó factura en la opinión pública.