Óscar Ramírez regresó al banquillo de la Liga Deportiva Alajuelense con una claridad meridiana sobre el desafío que tiene por delante. Pero más allá de lo táctico o lo físico, hay un aspecto que lo inquieta profundamente: el camerino. Para el técnico manudo, el verdadero termómetro del equipo está dentro del vestuario, y si ese ambiente no está bien, el resto se desmorona.
Durante una reciente conversación, Ramírez dejó entrever su principal preocupación. Aunque no lanzó frases rimbombantes ni polémicas, fue directo al señalar que el éxito o fracaso de la Liga en este nuevo ciclo dependerá de la fortaleza interna del grupo.
¿Qué dijo Machillo sobre el vestuario de Alajuelense?
“El camerino tiene que estar fuerte”, sentenció en medio de una reflexión sobre las diferencias entre Alajuelense y Saprissa. Según Ramírez, mientras en Tibás se construye un ambiente donde los jugadores se convencen del proceso y del crecimiento, en Alajuela la presión puede ser devastadora si no hay unión interna.
“Se va a retirar el apoyo de la misma gente y vamos a quedar solos. Y esa es la lucha que hay que hacer ahí”, advirtió el estratega, haciendo referencia al peso de la exigencia en un club donde ganar no es una opción, sino una obligación. “Salir de una racha negativa en Alajuelense es mucho más complicado, y mantenerse también”, agregó con conocimiento de causa.
Ramírez, que también conoce la estructura y cultura de Saprissa desde dentro, fue claro al subrayar una diferencia que considera clave: en los morados, cuando el equipo empieza a mostrar señales de mejora, se lo creen y lo consolidan, mientras que en Alajuelense la desconfianza interna y externa puede desestabilizar todo.
Con estas palabras, el “Machillo” lanza un mensaje directo al grupo y al entorno rojinegro. Sabe que, sin un camerino sólido, ningún plan táctico funcionará. Y que para competir con los grandes, el primer rival a vencer no está en la cancha: está en casa.