Con Fabian Coito a la cabeza y un combinado local, la selección de Honduras no pasó de un agónico empate contra Nicaragua por 1-1, en partido amistoso internacional jugado en el Carlos Miranda de Comayagua.  Más allá del mal resultado, la floja imagen dejada por el equipo se convierte en caviar para algunos de los detractores del director técnico uruguayo. Sin embargo, las conclusiones a sacar tienen que ir mucho más allá de si estamos o no contentos con el trabajo del entrenador.

Lo primero que tenemos que tener claro, es que nuestra liga nacional no es mala: es malísima. El nivel de la misma es tan bajo que cuando armamos un equipo local, sufrimos para ganarle hasta a Nicaragua. Imposible olvidar los días en los que muchos despreciaban a Jonathan Rubio y Rigo Rivas porque jugaban en segunda de Italia y Portugal. Quizás ahora abran los ojitos y aterricen. Nuestro fútbol es pésimo y si soñamos con algo a nivel selección es solamente porque tenemos jugadores fuera del país.

En segunda instancia, la Federación tiene que dar explicaciones del por qué llevó a nuestra representación absoluta a jugar en esa cancha espantosa. Sea cual haya sido el resultado, es absolutamente impresentable que el equipo de todos juegue en un campo que realmente no merece descripción para no usar palabras hirientes.

Tercero, hay que dejar de pedir que saquen de la selección a Maynor Figueroa. Es de risa, ingenuo, y cómico, que haya quienes quieran echar del equipo a nuestro único central de cierto nivel comprobado. Dejemos de clamar por defensores comunes como Pereira y Jonathan Paz, cuyo nivel ayer fue realmente deprimente. Son zagueros normales y no son ‘cipotes’ que puedan crecer mucho más, como la mayoría de los que juegan en la Liga. Y sí, ya sé que Maynor tiene 37 años, y que lo ideal es que ya tuviéramos un recambio para él: pero no lo hay. Hasta hoy solo hay proyectos como Denil Maldonado y Carlos Melendez, y los recambios no se hacen porque sí. Son los jóvenes quienes tienen que demostrar el nivel suficiente para desplazar a los más veteranos, y hasta hoy ninguno lo ha hecho con Figueroa.

Con respecto a Fabián Coito, sigo pensando lo mismo de él. Si trabajo en Honduras hasta hoy me parece fantástico, si tenemos la capacidad de que el árbol no nos tape el bosque. Con el uruguayo se ha mejorado en funcionamiento, propuesta, convocatorias, y scouteo de talentos. Se dejaron atrás los llamados fijos con seis contenciones, con jugadores que no aportaban como Beckeles, Claros, Ovidio Lanza, Sergio Peña, Oliver Morazán, Erick Andino, entre otros. Coito me tiene encantado y no lo voy a negar, le gusta el talento y tiene la mente abierta para todos.

Tenemos un equipo que gana, pierde, o empata, pero que busca dejar atrás el horrendo pelotazo, las pérdidas patéticas de tiempo, las mañas de fingir faltas, y de abusar del juego violento. Se está potenciando la selección de cara al presente y futuro de la misma. El charrúa está intentando dejar un legado más allá de la simpleza de clasificar o no al mundial; y eso, como hondureño, se lo voy a agradecer siempre, más allá de tropezones como el de ayer.