La liga local ya no valora a los jugadores sudamericanos de la misma manera que antes, gracias a la competencia interna que se ha generado en los últimos años, que hace que la necesidad de incorporar en Sudamérica pase a un segundo plano.

Costa Rica es protagonista de un serio cambio en el fútbol, tanto a nivel regional como mundial, y esta evolución tiene una explicación.

El cambio en la calidad de los jugadores que importaba es radical. Antes, cualquier jugador sudamericano caía como la estrella redentora, sin siquiera haber brillado en su país. Futbolistas que merodeaban en los torneos de las categorías menores y que pasaban sin penas ni glorias en su país, menos lo hacían en el continente centroamericano.

Hoy en día, la historia es diferente: nadie llega con las flores en la mano. Un jugador sudamericano arriba para competir el puesto con uno surgido en la Tercera, si es que su técnica no amerita la titularidad.

Esto también dio pie a que los jugadores de la CONCACAF que no tienen lugar en sus países, como en el caso de la liga mexicana, arriben a Costa Rica para pelear un lugar.

El diario Nación ha registrado un equipo conformado por jugadores de la Concacaf que se desempeñan en la Liga local, que tranquilamente podría competir con cualquier selección del continente centroamericano.

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El diario, además, cita que “los catrachos Carlos Díscua y Jorge Claros son seleccionados, al igual que los canaleros Machado, Harold Cummings, Gabriel Gómez y Jaime Penedo, el portero nicaragüense Justo Lorente y el lateral de Trinidad y Tobago, Aubrey David”, y se desempeñan con gran nivel. Hoy por hoy, nadie tiene el puesto regalado, y eso ha ayudado al crecimiento.

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